Jared entró dando tumbos a la habitación, era la única que no estaba cerrada de las que había encontrado. Jarek gruñó del dolor y comenzó a retorcerse para deshacerse de su agarre.
-¡Jarek! Quédate quieto
-La puerta ¡La puerta, coño!- Jared lo dejó ir pero se mantuvo muy cerca. El color en la cara de su hermano comenzaba a desvanecerse. Jarek llevó su mano derecha a la herida en su hombro y la empapó de su sangre, luego la juntó con la puerta, que hizo un sonido parecido a la puerta de un avión sellándose. Jarek retiró la mano para llevársela al pecho. No gritaba de dolor porque sabía que estaba siendo observado. Jared se acercó y pasó su brazo por los hombros de Jarek.
-Voy a matar a Maximilian
-Cállate y ayúdame a llegar a la otra puerta
-¿Cuál otra puerta?- Jarek señaló hacia el fondo de la habitación. Tenía razón, había otra puerta, pero no parecía dar hacia el pasillo sino a otra habitación. Jared admiró a su hermano, aún herido tenía sus sentidos en alerta. Jared lo ayudó a llegar y Jarek repitió el proceso, pero en lugar de ver como su hermano se tragaba el dolor, Jared lo acercó y empujó su cara contra su pecho. Jarek mordió la ropa pero eventualmente dejó salir un grito.

Lo que Max le había dado a Jarek eran hechizos simples, el que acababa de usar era de protección y básicamente selló la habitación. Ni la fuerza física más grande iba a poder romper esas puertas, estaban a salvo. Pero eso venía a un precio. Como Jarek no era un sacerdote, necesitaba su sangre para activar el hechizo, y al hacerlo éste se llevaba una parte de su energía vital. Al no tener el entrenamiento apropiado, eso era extremadamente doloroso. Y en el estado en que estaba, ese no era un lujo que podía darse.

Con cuidado, Jared sentó a su hermano en el piso y lo recostó de la pared, desgarró parte de la camisa para dejar la herida al descubierto. Tuvo mucho control de su cara para no expresar todo el miedo que lo asaltó al verla. Las armas de Jarek tenían una increíble potencia, hacían un desastre al disparar a un enemigo lejano. Un disparo a quemarropa se veía horrible. No tenía que preocuparse por la bala ya que estaba dentro de Loredas en ese momento pero había varias cosas para ocupar su lugar. La sangre seguía saliendo y el hueso estaba perfectamente visible.
-No debiste hacerlo, Jarek
-Te iban a llevar. Es todo lo que importa- Jarek hablaba con el rostro volteado hacia el lado opuesto de la herida.
Tenía miedo. Jared lo sabía porque el de él lo estaba devorando por dentro. Si un médico o Max no veían a Jarek… Jared negó con la cabeza. No, iban a salir de esa maldita casa.

Jared se rasgó su camisa y con eso hizo lo que pudo para vendar la herida de su hermano. Jarek se aferró a su antebrazo mientras él apretaba, incrementando la fuerza de agarre a medida que el nudo se hacía más apretado. Cuando terminó, Jarek intentó levantarse. Jared lo mantuvo en su sitio.

-¿A dónde crees que vas?
- Estar aquí no te garantizara la vida, salir de aquí, sí
-¿A qué te refieres? ¿Por qué…- Jared se quedó callado. Las intenciones de su hermano lo golpearon y el silencio que reinaba en la habitación no hacía nada para negárselo. –Jarek…
-Hay algo aquí que te quiere. Ese demonio, Loredas, me agarró a mí por error, es a ti a quien quiere, y estoy seguro que no es el único demonio aquí
-No me importa. Estamos seguros aquí, ya pensaremos en algo. Podemos…- Jarek tomó con fuerza a su hermano de los hombros.
-Tengo un hueco enorme en el hombro y quedarme aquí es morir desangrado frente a ti sin que puedas hacer nada. Tengo que asegurarme que vas a salir de aquí

Jared no podía sostenerle la mirada a su hermano, comenzó a buscar por toda la habitación por una ventana, algún punto que sirviera para anular el estúpido plan de Jarek, pero no había nada. Sólo un hueco en el techo que dejaba entrar luz de luna pero demasiado alto para que fuese humanamente alcanzable. Jared volvió a devolver la mirada hacia su hermano pero todo lo que pudo ver fue algo yendo hacia él antes de que la oscuridad cubriese todo.

Jarek atrapó el cuerpo de su hermano con su lado sano. Con cuidado lo dejó en el suelo, recostado de la pared. Jarek se miró su mano izquierda y el símbolo que llevaba. Esa era una salida fácil. Un hechizo de transporte. Los sacaría de ahí en un respiro pero no podía controlar dónde caerían. Si lo hacían en la casa, todo el clan les daría la espalda por tomar la salida de los cobardes, especialmente siendo los únicos sobrevivientes. No se vería bien para ellos, fácilmente podían ser acusados de abandonar a sus compañeros. No iba a arriesgar a su hermano a eso, si iba a vivir, que lo hiciera sin acusaciones o dudas. Jarek se inclinó y dejó un beso en la frente de su hermano, el nudo en su garganta se hizo más denso.

-Te amo, imbécil. Cuida de Karen por mí- Jarek salió por la puerta lateral, deshizo el hechizo y volvió a cerrar la puerta. Mientras fuese cuidadoso y nadie lo viera saliendo de allí, su hermano estaría a salvo. Todas las criaturas estaban reunidas en la puerta del pasillo. Llevaba sólo un revolver, sostener algo con el otro brazo era inútil, podía sentir como los nervios comenzaban a morir y su brazo se convertía en un inútil pedazo de carne y huesos colgante. Había miles de posibilidades pasando por su cabeza, pero esa…esa tenía que ser la que le asegurara a Jared escapar. Tenía que serlo.

Jarek abrió la puerta de la habitación conjunta hacia el pasillo y se adentró en los pasillos, tomó un pedazo de escombro del suelo y lo lanzó al piso inferior mientras bajaba por las escaleras. Cuando llegó al centro del recibidor vio hacia arriba y ya estaba rodeado. Todas esas cuencas vacías apuntaban en su dirección. Jarek se aferró a su arma y para sí mismo hizo algo que no había hecho desde que su gemelo había necesitado cirugía en la cabeza: Rezó.


Remigras se sujetaba la mano que el hechizo protector le había quemado al tratar de abrir la puerta de la habitación donde se habían resguardado los hermanos. Estaba tan cerca… y los cazadores seguían poniendo piedras en su camino. Afortunadamente para él, sabía la distribución de esa casa. En la habitación contigua había una puerta que conectaba a esa.
-Quédense aquí- ordenó a sus creaciones –si algo se mueve fuera de esta puerta, atrápenlo pero no lo maten. No quiero más errores- Las criaturas no dieron ningún tipo de respuesta y él no la necesitaba. Sabía que obedecerían, y la lengua era lo primero que les había quitado comenzando sus experimentos de transformación. Los gritos era la parte que menos disfrutaba de sus experimentos, le hacían perder concentración.

Frente a la puerta, Remigras agitó su mano para abrirla con sus poderes pero nada pasó. Lo intentó nuevamente, esta vez con un poco más de fuerza, pero fue lo mismo. La puerta absorbía sus poderes. Estiró la mano para abrirla pero volvió a ser quemado antes de siquiera tocarla. Remigras maldijo y lanzó un ataque completo que tampoco hizo algo para abrirla. Antes de que intentara algo más radical, la puerta se abrió. Si el cazador no hubiese estado mirando a un lado al salir, se hubiesen encontrado cara a cara. Remigras aprovechó los preciados segundos y se ocultó. El cazador pasó a su lado sin percatarse de su presencia y a Remigras nada le indicaba que era el hermano que quería. Su contacto dentro de los cazadores le había provisto de una muestra de sangre de Jared que ahora estaba dentro de Remigras y con ella podía diferenciar a los gemelos. Sólo tuvo que poner un pie dentro de la habitación para que sus adentros le dijeran que el inconsciente apoyado en la pared era Jared. Estaba completamente a su merced y su protector lo dejaba para disfrutarlo.

No más piedras en el camino. No más espera. Remigras cerró la puerta con una sonrisa.


Fue un grito que hizo eco en su cabeza y un dolor que lo atravesó con la velocidad de un rayo. Jared despertó abruptamente y comenzó a buscar desesperadamente por su hermano, barrió la habitación con los ojos dos veces. No estaba. En ninguna de las dos inspecciones se dio cuenta de quien lo miraba desde debajo de la ventana. No lo hizo hasta que lo escucho saludar.
-Hola Jared- Jared respondió instintivamente a la voz que no era de su hermano. Buscó por sus armas pero no tenía ninguna. Nada de pistolas o cuchillos. El extraño rio, se levantó del suelo y se acercó. Cuando la luz iluminó su rostro, toda la atención fue hacia los ojos completamente negros. Jared se levantó y buscó en el cuarto de nuevo, esta vez por algo que usar. El demonio sacó un cuchillo que Jared reconoció como suyo. Y para su sorpresa se lo entregó.
-Sólo quiero hablar, cazador. Necesito tu ayuda- Despacio, prestando atención a cada movimiento, Jared se inclinó a tomar el cuchillo.
-¿Qué quieres?-
-Ya te lo dije, ayuda. Al igual que tu hermano allá abajo- Eso lo alarmó. Lo había hecho, había ido. Maldito Jarek.
-Tengo que ayudarlo-
-¡No puedes!- El demonio lo tomó del hombro para detenerlo. Jared empuño el cuchillo con fuerza y atacó. El demonio retiró la mano a tiempo. –No duraras si sales. Tanto tú como tu hermano serán descuartizados por esas cosas. Son demasiadas-
-Me las he visto peores- el demonio se interpuso entre él y la puerta. Estaba prohibido pero Jared comenzaba a considerar matarlo. O al menos cortar algunos músculos de su cuerpo humano. –Esta es la única advertencia que te daré: Quítate. Necesito ayudar a mi hermano-
-Lo que harás será lo contrario si sales. Tu…- el golpeteo repetido de un objeto cayendo desde la ropa del demonio lo interrumpió. Jared se movió más rápido que él y lo tomó. Era pequeño y transparente, dentro había algo negro, una sustancia muy viscosa. Cuando Jared acercó el recipiente para ver mejor su contenido, éste comenzó a desprender un leve brillo que fue del violeta al rojo y viceversa.
-¿Qué es esto?- el demonio hizo el intento de tomar el envase pero Jared fue más rápido. Se dio cuenta de otra cosa -¿Qué pasa con tus poderes?- por la forma en que el demonio se retrajo en sí mismo, Jared había hecho la pregunta importante. Y no hacía falta que él respondiera.
-No los tienes…eres un demonio rastrero- El demonio se lanzó sobre él pero se detuvo tan pronto como lo intentó. -No soy un demonio rastrero. Alguien me quito mis poderes, y he trabajado muy duro para tratar de tenerlos de vuelta así que dame eso- Jared arrugó su entrecejo y miró el envase en su mano.
-¿Estos son tus poderes?-
-Una solución temporal. Se desvanecen con el tiempo, necesita más trabajo. Por eso quiero que me lo devuelvas- el demonio hizo otro intento de tomar el envase y volvió a fallar. Jared no escuchaba lo que el demonio decía, pero su voz hacía eco en su cabeza. Los enemigos eran demasiados, su hermano estaba herido, él no tenía nada para enfrentarlo que un cuchillo… pero quizás no tenía que hacerlo sólo con eso.
-¡NO!- el grito trajo su mente de vuelta la habitación –Sé lo que estás pensando, cazador. ¡Eso es mío!- esta vez el demonio se lanzó sin ningún refreno y casi toma desprevenido a Jared, que en un par de movimientos lo lanzó al suelo. -Dijiste que necesitabas mi ayuda ¿para qué?-
-Salir de aquí. Loredas me ha tenido encerrado. Pero no puedes tomar eso, es mio ¡MIO! Me ha costado mucho conseguir esos poderes temporales y no vas…- Un grito lo interrumpió, era lejano pero aún audible donde ellos estaban.

Jared abrió el envase e ingirió su contenido.