Jared estaba acostado, viendo al techo con las manos detrás de su cabeza. Alex dormía acurrucado a su lado con su brazo asegurando su cintura, como si inconscientemente le prohibiera volver a irse de su lado. Eso no iba a pasar. Lo miró y sonrió, él estaba agotado. Escapar de la casa sin que nadie lo viera luego de darse cuenta que había pasado un mes desde su misión fue una hazaña, pero era lo que Alex merecía. Si alguien debía verlo de pie por primera vez era él, su familia podía esperar, ya tendrían tiempo suficiente para verlo, admirarlo o lo que quisieran.
Jared miró por la ventana, la luna estaba escondida esa noche, como sus recuerdos. Desde que se despertó había tratado de recordar todo lo que había ocurrido, cómo había terminado en la casa cuando lo último que recordaba era haber tomado lo que estaba en el frasco del demonio rastrero. No lograba recordar nada, en ese espacio mental sólo había un gran vacío que en las horas que llevaba despierto amenazaba con volverlo loco. Alex se acomodó subiendo su brazo de la cintura al pecho y apretándolo. Jared sonrió y dejó de pensar en trivialidades cuando tenía lo más importante a su lado. Se colocó de lado, pasó su brazo por el torso de Alex y recostó su frente con la de él. Había dormido por demasiado tiempo pero por Alex podía estar cansado unas cuantas horas.
Jarek estaba sentado en la misma silla donde había esperado a que su hermano despertara, tenía la mirada fija en la cama en un intento de acallar las voces de aquellos que lo acompañaban en la habitación. Había un equipo de rastreadores siendo coordinados por su abuelo, sus padres discutían en silencio en una esquina junto a Pandora mientras que Desirée observaba todo en analítico silencio desde la entrada. De todos ellos Desirée era la que podía ser de más ayuda, y aun así no lograría encontrar a Jared. Su hermano era hábil es demasiadas cosas, pero no tantas como en desaparecer. Hasta donde él sabía, Jared podía estar aterrizando en cualquier país del mundo con una nueva identidad y nadie jamás lo sabría, pero sabía que ese no era el caso. Jared jamás le haría eso. Si se tuvo que ir tendría sus razones pero sabía que tenía que volver a él, a su familia, a su hogar.
-Muy bien. Suficiente. Ustedes- señaló a los rastreadores –Fuera de aquí, su inutilidad no es necesaria- Jarek se levantó y se les quedó viendo hasta que se fueron. Desirée sonrió y cerró la puerta. –Todos sabemos que la espera es la mejor opción aquí. Bajemos a desayunar y esperar a que llame o regrese- Sus padres se veían horrorizados y su abuelo lleno de ira. Sus hermanas se miraban la una a la otra y luego a él, ella sí entendían.
-Tú hermano está desaparecido…- Jarek le hizo una seña a su mamá para que se callara.
-Jared se fue de aquí por sus propios medios. Es la única manera que hubiese desaparecido sin rastro. Tómense un momento para razones y verán que tengo razón. No fue atacado o secuestrado, él se fue. De todos en esta casa yo soy el que tiene más probabilidades de encontrarlo, y dudo que pueda hacerlo. Lo mejor es esperar
Su abuelo tomó la lámpara de la mesa de noche de Jared y la arrojó a la pared. Antes de que comenzara a gritar el teléfono de Jarek sonó. Sin dejar de sostener la mirada de su abuelo, Jarek atendió.
-Te voy a matar- su hermano rio al otro lado.
-Está bien, esperare a que estés solo- le dijo. La ventaja de tener una conexión como la que ellos tenían era que podían leerse por cosas tan simples como lo que decían o el tono de voz que utilizaban.
Jarek salió del cuarto bajo la mirada de todos y cuando se aseguró que no lo seguían o que alguien más estaba escuchando, le habló a su hermano.
-¡Maldita sea, Jared! Dime una razón lo suficientemente buena para el susto que me diste- esta vez no hubieron risas.
-Necesitaba descansar, hermano- Jarek comenzó a respirar de manera sonora.
-Sabes a lo que me refiero, Jarek
-Mira, cualquiera que sea su nombre ¿No pudiste esperar un día siquiera para ir a verla? Somos tu familia, Jared- Jared estaba sentado en la cama de Alex con la espalda contra la ventana. La asunción de su hermano le provocó una sensación incomoda en el pecho.
-No se trata de eso, Jarek- Alex le dio una sonrisa desde la cocina que el trato de corresponder pero no pudo. Quería gritárselo a su hermano y que él lo regara por toda la familia y el clan. Soy gay, Jarek. No es ella, es él. Es Alex, y lo amo pero las palabras se quedaban atascadas en el puño de hierro que tenía en la garganta –Mi mente está en blanco, hermano. Desde que nos despedimos no sé qué ocurrió. No tienes idea lo mucho que sonreí cuando vi tus cosas al lado de mi cama. Tienes que llenar ese espacio por mi antes de que los hurgadores me pongan las manos encima- Jarek entonces se dio cuenta que su hermano tomó la mejor decisión al irse de la casa. Tenía la imagen de Jared con ojos negros presente cuando respondió.
-Supongo que tienes razón- Jared se extrañó. Normalmente tomaba unos diez minutos de discusión antes de que su hermano hiciera ese tipo de afirmaciones. Eso y su tono de voz. -¿Dónde estás? Iré por ti y hablaremos en el camino de regreso
-No Jarek, aún no. Yo te llamaré cuando lo necesite
-Pero…
-Cuídate, hermano- Jared colgó y en segundos desarmó su teléfono para extraer cualquier cosa que le dijera a Jarek donde estaba. Si iba a hacer las cosas bien, entonces sería a su manera.
Jarek apretó su teléfono con fuerza para no lanzarlo contra la pared o el suelo. Ese discurso que le había dado a su familia de esperar era para ellos. Su verdad era que cada instante que no veía a Jared sano y salvo con sus propios ojos era un momento de ira y frustración.
Alex dejó lo que estaba haciendo en la cocina y se acercó a la cama. Jared estaba viendo con demasiada atención sus sabanas.
-Oye- le dijo cuando llegó a él. Jared alzó la cabeza y él se acercó a besarlo, luego de unos segundos se separaron y él apoyó su frente en la de Jared. -¿Todo bien?- Jared asintió.
-Es mi hermano, preocupado por mí- Jared le sonrió y tomó la cara de Alex en sus manos –Te amo- le dijo. Sentía que no lo había dicho lo suficiente, que lo dijera millones de veces no lo sería.
-Debiste pasar cosas muy difíciles ¿no?- eso confundió a Jared.
-¿Por qué lo dices?- Alex se sentó en la cama.
-Es la octava vez que dices que me amas y aún no es mediodía. Normalmente me lo demuestras, no me lo repites sin cesar. No me estoy quejando, no tienes idea lo feliz que me hace escucharte decirlo. Pero si eso es un síntoma de lo que te haya pasado, preferiría que te desahogaras a que te guardes algo que puede estarte lastimando. Por muy bonito que suene- Jared se sorprendió de las habilidades de observación de su novio.
-Deberías ser cazador
-¡Jared!- reclamó Alex –No estoy bromeando- Jared suspiró. Usualmente le contaba a Alex todo al regresar de sus misiones pero esta vez se sentía diferente, así que se decidió por lo más cercano a la verdad.
-Por primera vez estuve seguro que iba a morir, Alex. Y tú eras todo en lo que podía pensar. Supongo que en caso de que vuelva a ocurrir, no quiero que quede duda. Te amo- Alex se mordió la lengua y sonrió. Jared se guardaba algo, podía presentirlo, pero dejó el tema. Ya él se lo diría cuando se sintiera cómodo. Se levantó de la cama y empujó a Jared cuando trato de hacer lo mismo.
-Te vas a quedar allí mientras yo bajó a buscar unas cosas para terminar el almuerzo- Jared trató de decir algo pero Alex le tapó la boca con la mano –Ya dije- Jared puso su mano en el pecho de Alex y comenzó a bajar. Cuando llegó a la ropa interior alzó las cejas repetidas veces. Alex soltó una carcajada y se alejó –Buen intento- Jared hizo un puchero y Alex se dio media vuelta para salir. Jared seguía sonriendo cuando Alex salió del apartamento.
-¡Jared despierta! ¡Despierta! ¡Estás sangrando!
Jared se levantó de la cama abruptamente ¿Cuándo se había quedado dormido?
-Tu nariz- le dijo Alex. Jared se tocó la nariz y la sintió húmeda. Cuando se vio, la tenía manchada de sangre. Jared se fue al baño a lavarse con Alex detrás
-¿Estás bien?- le preguntó Alex cuando terminó de lavarse. Jared asintió. Alex depositó un beso en el hombro. –Debiste seguir descansando, no limpiar mi casa- Jared lo miró confundido.
-¿Yo qué?- Alex le sonrió
-No te hagas el tonto- Alex salió del baño para darle visibilidad a Jared. Era cierto, todo estaba en orden, no había rastros del caos con el que se había encontrado la noche anterior. Jared no quería preocupar a Alex así que se dio la vuelta con una sonrisa.
-Sorpresa- Alex le sonrió y se acercó a darle un beso
-Voy a terminar de cocinar. Acuéstate ¿sí?- Jared asintió pero se metió de nuevo al baño, cerró la puerta y se miró en el espejo
¿Qué estaba pasando?
La puerta de la habitación se volvió a abrir, Jarek apretó sus ojos y dientes ¿No podían dejarlos en paz? Dos semanas habían pasado desde que despertó y todo el mundo lo seguía viendo y tratando como un moribundo. Su hermano descansaba en su cama, cuando pudo respirar por sí mismo y la inflamación en su cerebro despareció Jarek no descansó hasta que lo movieran a su propio cuarto. Suficiente había estado en ese hueco depresivo que todos llamaban enfermería.
-No deberías sostener su mano, el doctor dijo que…
-No estoy tomando su mano- respondió Jarek cortante –él tiene la mía- depositó un beso en la mano de su gemelo y se volvió hacia Karena -¿Qué quieres?
-Ver cómo estabas- dijo Karena
-Estoy bien- respondió Jarek sin emoción alguna y devolvió su mirada a su hermano.
-Jarek, no puedes seguir así. Aún estás recuperándote, te ves exhausto de pasar cada hora aquí, tu mano necesita descanso, tú necesitas descanso. Jared no quisiera que estuvieses así- Jarek comenzó a temblar. Se aferraba a la mano de su hermano como a su último gramo de paciencia.
-¿Desde cuándo eres una experta en mi hermano gemelo?- La mirada que le dio no estaba vacía esta vez sino llena de rabia –Él está tratando de volver a nosotros, sacarse del hoyo en el que está metido ¿Y yo no debo estar aquí porque, según tú, mi hermano no querría que estuviese aquí esperando por él? No me voy a cansar de estar aquí para él.
-Eso no fue lo que quise…
-Fuera-
-Jarek, no. Yo…
-¡FUERA DE AQUÍ!- Ambos se sorprendieron con el grito. Jarek nunca le había gritado antes y Karena estaba muy nerviosa por la manera en que sus palabras fueron tomadas. Se dio la vuelta y salió con lágrimas en los ojos. Jarek volvió a fijarse en su hermano y darle un beso en la mano.
Karena cerró la puerta y se secó las lágrimas. Sin darse cuenta casi choca con Desirée, la hermana mayor de los gemelos.
-Lo siento- Desirée la miraba con seriedad pero una sonrisa se asomó en sus labios.
-Para ser el amor de la vida de mi hermano, no lo conoces muy bien- Karena se quedó en silencio. Ella y Desirée no se llevaban mal, porque no tenían una relación como tal. Ella era admirada por todos en el clan, cazadores y sacerdotes por igual, Karena la veía como todos, la mejor de todos los cazadores, el orgullo de cazadoras y sacerdotisas, y seguramente, algún día, la líder de todos. Eso no dejaba mucho espacio para verla simplemente como la hermana de su novio.
-Es mi culpa, dije cosas que no debía- Desirée soltó una carcajada.
-Pudiste haber recitado un discurso de la Madre Teresa ahí dentro y aun así te hubiese gritado. Es la razón por la que todos entramos sólo lo necesario y mantenemos el habla al mínimo. Esos dos no piensan cuando se trata del otro, ha sido así desde siempre. Mis padres y Pandora dicen que es especial, yo digo que es enfermo. Sólo recuerda: Nada es más importante para Jarek que Jared. Nada. Tenlo en mente y nada de esto se repetirá- Desirée le dio una palmada en el hombro a Karena y siguió caminando. Para cuando Karena llegó a su habitación las lágrimas ya estaban de nuevo bajando por su cara, Desirée tenía razón, siempre había tratado de pasar por alto eso pero era la verdad. Nunca había aspirado a competir por el cariño de Jarek, se decía que no tenía por qué, pero la verdad era que no tenía la más mínima oportunidad, el mundo de Jarek era su gemelo. Y nada más.
Karena hizo un puño y lo lanzó contra la pared.
Jarek ya no podía estar en silencio. Le había gritado a Karena y no se había levantado a perseguirla y disculparse, pero su hermano… tenía que estar con él. Jarek entendía que Jared probablemente no sabía que él estaba a su lado, que su semblante era el de alguien que estaba descansando, pero en su mente la idea de que si se iba de su lado todo eso cambiaría y lo decepcionaría, o el semblante cambiaría al de alguien con dolor. Su hermano y él pocas veces se habían visto en esa situación. La última vez fue siendo niños, Jared se había quedado en casa mientras que él se había ido con su padre en un viaje al bosque. A Jared lo atacó un repentino dolor de cabeza mientras que él era hospitalizado por haberse golpeado la cabeza contra el tronco de un árbol. Estuvo inconsciente por un par de días. Al despertar, lo primero que vio fue a su hermano y su sonrisa de alivio. Cuando Jared le contó de su dolor de cabeza sólo confirmó que entre ellos dos había algo especial, luego del incidente ambos juraron estar allí para el otro y cuidarse como lo que eran: Lo más importante de sus respectivos mundos.
Con cuidado Jarek dejó la mano de su hermano en la cama, se levantó y depositó un beso en su frente.
-Tengo que disculparme, Jared. No tardaré. Lo prometo- Jarek le dio un último vistazo desde la puerta y salió. Todos los cazadores con los que se cruzó trataron de no quedarse en su camino o murmuraron entre ellos. La versión de los hechos que Maximilian había plantado en la mente del hurgador era ya de conocimiento público. Ellos dos habían sido víctimas de la traición de unos cobardes que ahora eran la mayor mancha en la reputación de la hermandad, una mancha que su abuelo se aseguraría que nunca saliera.
Encontró a Karena viendo por su ventana. Cerró la puerta de la habitación y se recostó de ella.
-Siento mucho lo que dije- Karena quería decir algo muy hiriente y al mismo tiempo lanzarse a sus brazos. Decidió quedarse donde estaba, en silencio –Sé que no hay manera alguna de justificar mi reacción, pero es mi hermano, Karen. Verlo en esa cama me enferma, no hay nada que pueda hacer para cambiar su condición… y no termino de aceptarlo- había verdadero dolor en su voz, y fue demasiado para ella. Salió corriendo a sus brazos y ambos se aferraron fuertemente del otro.
-Háblame de nuevo así y volveré líquido todos tus órganos- Jarek soltó una carcajada, la tomó de la barbilla y acercó sus labios a los de ella.
-Prometido- Jarek no la besaba desde que se había ido, y se sentía de maravilla. Era por unos minutos olvidar todo y entregarse a ella. Las mentiras, preocupaciones y el peso de su vida, todo eso se iba, ella le daba paz. Y estaba necesitándola.
-Te amo- susurró Karena al separarse. Acomodó su cabeza debajo de la barbilla de Jarek y se recostó de su cuerpo.
-Y yo a ti- Ambos se quedaron en silencio por unos minutos. Los dedos de Jarek corrían por la espalda de Karena y ella con los ojos cerrados trataba de estar más cerca de su cuerpo. Su olor invadía sus sentidos y no podía tener suficiente. Era una completa adicta a él.
-¿Quieres venir conmigo?- Aún en ese momento Jarek tenía presente a su hermano. Karena sacudió la cabeza.
-Tengo que hacer unas cosas con las sacerdotisas. Ve, cuida de él- Jarek tomó su barbilla por segunda vez, para mirarle a los ojos por unos segundos.
-De verdad siento mucho lo que hice- Karena sonrió y acunó su cara en sus manos.
-Ve- Se dieron un corto beso y Jarek salió.
El camino de regreso se le hizo más corto, aun cuando pasó por la cocina recolectando varias cosas para comer con su hermano, o lo más cercano que podían ya que Jared estaba siendo mantenido con suero por una vía.
-Jared, volv…- la barra de pan y los acompañantes cayeron al suelo haciendo un desastre a sus pies. Durante un minuto que se hizo eterno, Jarek contempló la cama de su hermano, vacía, había una gran mancha a un lado donde la vía arrojaba suero sin saber que nadie estaba recibiéndolo. Jarek tragó grueso y su corazón comenzó a latir rápido y pesado.
-¿Jared?- Jarek volteó hacia la puerta del baño esperando que su hermano saliera pero nunca pasó. Dio media vuelta, abrió la puerta y la cerró tras él.
-¡JARED!
Alexander se ajustó más la chaqueta. Hacía un frio verdaderamente molesto esa noche, otra de las cosas que la hacía una de las peores que había tenido. Los clientes habían estado insoportables, su jefe aún más, trabajó con el único de sus compañeros que odiaba y lo odiaba y Ricardo no aceptó sus disculpas, y peor que eso, le ordenó un trago sólo para lanzárselo en la cara en frente de todo el mundo, pero nada de eso llegaba a la mitad de por qué se sentía tan miserable, de por qué sentía ese vacío en su pecho aun cuando su corazón estaba latiendo fuerte, ese que a veces se extendía por todo su cuerpo y no le daba esperanzas de que algo fuese a mejorar y que no importaba lo bueno que le ocurriera, no parecía ser suficiente para hacerlo desaparecer. Resumiendo: Eso que lo estaba haciendo verdaderamente miserable sin una salida a la vista. Sus ojos comenzaron a arder y lanzó una maldición silenciosa, desde hace unos días no era más que un montón de sentimientos desbordados. Sólo quería estar en su casa, abrazar su almohada hasta que el sueño lo venciera, que ese día terminara y que al amanecer tuviese la motivación suficiente para levantarse o pasar medio día sin llorar al pensar en Jared.
Alexander cerró la puerta del pasillo y se dirigió hacia su apartamento. Todas sus cosas cayeron al suelo haciendo un gran escándalo, el contenido de su mochila se esparció por el suelo, sus llaves, su teléfono, incluso la chaqueta que se acababa de quitar. Sus lagrimales comenzaron a trabajar y su mente no tenía la concentración para hacerlos parar.
Él estaba parado justo fuera de su puerta, vestía unos jeans y una franela blanca arrugada y puesta al revés. Parecía que se había vestido en un apuro. También estaba llorando y detrás de esas lágrimas sus ojos gritaban disculpas. Él pasó por encima de sus cosas, que en ese momento no le podían importar menos, y corrió. Era corta la distancia entre ellos pero quería cubrirla en el menor tiempo.
Sentirlo entrar en sus brazos de alguna manera no fue suficiente. Entonces lo alzó mientras lo apretaba contra su cuerpo, él enterró una mano en su cabello y con la otra recorrió su espalda.
-Estás aquí- susurró Alexander tan pronto como pudo articular palabra.
-Te amo- respondió Jared. Y en esa frase Alex pudo identificar la desesperación y la tristeza, de alguna manera sabía que él no era el único que se había sentido abandonado y en la nada. Alexander lo bajó y lo besó. Corto, suave, pacientemente, enviando el mensaje de que todo quedaba atrás y que lo importante es que estaban juntos de nuevo. Ambos sonrieron al separarse y se acariciaron las caras.
Les tomó un buen rato entrar al apartamento.
Era la décima vez que Alexander limpiaba la barra en la última media hora. Miró el reloj, vio cuanto le quedaba por trabajar y suspiró, aunque eso no era lo que quería. Gritar era lo que quería, la molesta sensación en su pecho no se iba de ninguna manera. Una semana había pasado desde que Jared se había ido y no tenía noticias de él, lo último era lo que hacía todo peor. Ser una parte oculta en la vida de Jared tenía pocas ventajas, una de ellas era que no importaba lo que estuviese haciendo o lo difícil de su misión, de una forma u otra él conseguía la manera de enviarle un mensaje, algo que le hiciera saber que estaba vivo. Una vez un indigente tocó a su puerta para entregarle una nota que decía “Odio lo mal que cantas”, eso le arrancó una sonrisa. Jared había estado fuera casi por un mes y esa nota había sido toda su compañía. Actualmente estaba en su cuarto, en una pequeña caja con otras notas que Jared le había hecho llegar desde sus misiones.
El reloj de su muñeca sonó, avisándole que era su descanso. Se quitó el paño de su hombro y se lo entregó a su compañero. Iba hacia la puerta trasera cuando alguien lo tomó del brazo. Alexander volteó e hizo girar sus ojos.
-Hola Alex
-Ricardo- el hombre de aproximadamente su misma estatura, ojos negros y cabello café hizo un puchero. Alex se soltó y salió por la puerta. Ricardo lo siguió.
-Sabes que no me molesta que me llames por la versión corta- Alexander lo ignoró, encendió un cigarrillo y se lo llevó a la boca. No fumaba pero hacía frio y no dejaba de pensar en Jared -¿Qué le pasó a tu novio? Hace tiempo que no lo veo- Alexander no respondió. Ricardo era un cliente habitual, casualmente sólo iba cuando Jared estaba detrás de la barra y desde siempre lo había estado rondando. No era un mal tipo pero Alex no estaba interesado –No me digas que hay problemas en el paraíso- El único defecto que podía encontrarle Alex era que era muy directo. Demasiado a veces.
-No es tu problema…Ricky- Alex hizo énfasis burlón en el nombre. Lo escuchó dar un par de pasos en su dirección, cuando volteó casi lo tenía encima. El olor a licor le abrumó el olfato.
-Está muy mal eso. Yo no te descuidaría, Alex. Nunca- Alexander quiso reírse a carcajadas en su cara. Si tan solo supiera la razón por la que Jared no estaba con él.
-Déjame en paz, Ricardo. Estoy en mi descanso. Ve a molestar a otro- Normalmente las cosas no tenían que llegar a eso pero el alcohol estaba de por medio. Lo que Alexander no se esperó fue que lo tomara de la cintura y lo besara. Eso lo paralizó por unos segundos. Cuando reaccionó fue un rodillazo a la ingle y un puñetazo en la cara.
-¡Pero bueno ¿qué te pasa?!- Alex se pasó la mano por la boca en un intento de sacarse el sabor a alcohol, junto al del cigarrillo estaba haciendo algo muy asqueroso a sus papilas gustativas. Alex fue a la puerta, la abrió y se volteó hacia Ricardo que aún estaba intentando levantarse del suelo –Lo digo en serio, Ricardo ¡Déjame en paz!- entró para excusarse con su jefe e irse. Era un trabajador dedicado, por lo que su jefe no tuvo problemas en darle permiso.
Camino a casa le entraron ganas de devolverse a buscar a Ricardo y disculparse. No debió haber reaccionado de una manera tan violenta pero por alguna razón sus palabras tocaron un nervio y ese beso sólo hizo que perdiera el control.
Jared no lo había dejado o abandonado, él estaba bien hasta que alguien le demostrara lo contrario. Alex se enjuagó la lágrima de su mejilla, sacó las llaves de su apartamento y entró a su casa. El lugar era un desastre, había estado así desde el tercer día de ausencia de Jared. En su desespero Alex había volteado todo el lugar en busca de alguna nota escondida, pero nada. Siempre se decía que iba a arreglarlo todo pero una vez que comenzaba recordaba por qué lo había hecho y los ánimos se le iban. Esa noche no era diferente. Fue directamente a la cama, se quedó viendo al techo por unos segundos y luego a la luna por su ventana, tomó la almohada a su lado, la de Jared, la puso sobre su cara y por fin se sacó el grito de su garganta.
Maximilian golpeó el escritorio con ambas manos. Roden le dio una mirada silenciosa. A muy pocas personas les estaba permitido eso, él tenía suerte de estar en ese grupo.
-No puedo creer que de verdad estés de acuerdo con esto, Roden. El estado de los muchachos no es el mejor, deberías saberlo mejor que…
-Jarek tienen varias costillas rotas, un desgarre en el brazo derecho que sólo se curara si lo único que sostiene por los próximos meses es el viento, luego de dos semanas de haber llegado, aún no despierta. Jared también tiene costillas rotas, su corazón sufrió una rasgadura debido a lo que sea que lo penetró en el pecho y se detuvo tres veces durante la operación. Su cerebro está inflamado y sus posibilidades de despertar son menores que las de su hermano, está conectado a un respirador artificial y básicamente es una casa de cristal en medio de un tiroteo- A eso le siguió un gran silencio.
Todos en la habitación tragaron grueso, Roden puso toda su fuerza en no dejar que la lágrima saliera –Conozco a la perfección el estado de mis nietos, Maximilian. Pero yo también quiero saber qué les pasó y por qué fueron los únicos que regresaron. Aunque eso te lo debería preguntar a ti ya que fuiste quien los encontró.
-Ya te lo dije, Roden- Maximilian gruñó pero trató de disimular. Si no se trataran de sus nietos, Roden ya hubiese hecho lo imposible para sacarle la verdad. Él no estaba en todos los grupos selectos de Roden, en el de mentirle, por ejemplo.
-Puedes entender mi inseguridad cuando con tan graves heridas los gemelos hayan podido manejar hasta aquí.
-Sí, la camioneta destrozada, incrustada en una pared es prueba de ello. Yo los saqué… ¿sabes qué? Has lo que quieras, son tus nietos. Deja que estos barbaros metan sus narices en sus cabezas porque no puedes esperar a que estén mejor y te lo digan ellos mismo. Eso sí, cualquier daño mental que sufran queda en tus manos y en tu consciencia- Maximilian salió sin mirar atrás o cerrar la puerta tras él. Los barbaros de los que hablaba eran los Hurgadores, sacerdotes especializados en trabajar la mente, usualmente su único propósito era el de interrogar a criaturas que los cazadores habían atrapado o a los cazadores luego de sus misiones dependiendo el grado de importancia. La verdad era que la mente de los gemelos no corría peligro, ese tipo de intromisión nunca era detectada por el cerebro. Pero si ellos se enteraban de lo que había ocurrido, especialmente que ambos gemelos habían muerto… arruinaría todo.
Los hurgadores hicieron desalojar la habitación de los gemelos. Jonás, el jefe del grupo fue quien quedó con ellos, o al menos todo el mundo lo creía. Maximilian estaba con él pero ni él ni nadie se podían dar cuenta o sentirlo. Sabía que luego del número que armó en la oficina de Roden, esté tendría gente monitoreándolo. Maximilian proyectaba su energía y fuerza vital a su habitación, por lo que para cualquiera que estuviese buscando él estaba allí.
Jonás tomó una cantidad de aire por la nariz y puso sus manos a los lados de la cabeza de Jarek. Iba a comenzar. Maximilian hizo lo mismo detrás de Jonás. Unos hilos de luz salían de las manos de Jonás y entraban a la cabeza de Jarek. Los de Maximilian también lograron entrar a la cabeza de Jonás. Mientras Jonás sacaba la información del cerebro de Jarek Maximilian la iba sobrescribiendo a una versión que él ya había trabajado. Para cuando terminara, Jonás declararía que todos entraron a la casa y que luego de que la sacerdotisa fue asesinada, los otros cazadores abandonaron a Jarek y Jared con todas las criaturas. Ambos lucharon hasta que se hicieron con una salida y condujeron hasta la casa. Jarek llamó a Maximilian por ayuda y en ese momento fue que su auto chocó dejando a ambos inconscientes.
Cuando ambos terminaron, Jonás salió de la habitación sin la menor sospecha de lo que acababa de pasar. Maximilian se paró al lado de Jarek y le quitó un mechón de cabello de la cara. Le dolía ver a ambos en esas condiciones, cuando pensaba en ellos le venía a la mente la imagen de los dos pequeños peleando por un juguete o porque no tenían por qué pelear, cosa que la verdad no había cambiado mucho.
-De verdad lamento todo esto, amigo mío. Si tan sólo hubiese otra manera- Maximilian puso sus dedos en la frente de Jarek. Sería tan fácil…quitarle esos terribles recuerdos. La punta de los dedos de Maximilian comenzó a calentarse, pero antes de que pudiera tocar la piel una mano le tomó la muñeca e hizo un débil apretón.
-Max- Maximilian pasó de contener un grito a sonreír. Jarek era la única persona que podía “verlo” cuando era invisible a los ojos. Entre las cosas que le había enseñado estaba a reconocer su energía.
-Mocoso- Los ojos de Jarek eran una delgada línea, sus ojos estaban acostumbrándose a la luz. Cuando abrió la boca para hablar, Max lo calló. Por sus labios resecos sabía lo que quería –Nadie puede saber que estuve aquí- Maximilian hizo caer algo de la mesa al lado de la cama, algo que tumbaría Jarek. El ruido atrajo a Alma y sus hijas que comenzaron a gritar de la emoción al verlo despierto, Maximilian les pasó por el lado y salió de la habitación. Camino a su cuarto pudo ver al líder de la hermandad entrando a la oficina de Roden.
Lo más probable era que no saliera vivo de allí.