El cuerpo de Remigras se encontraba sentado en el suelo, cruzado de piernas con los ojos cerrados. Su mente estaba en otro plano rodeado de nubes rojas y tormentosas. Allí esperaba por alguien.

-Se supone que los demonios no tiene ni una sola cualidad positiva. La puntualidad no hará nada bueno por tu reputación- Su cómplice estaba dentro de un cumulo de nubes rojizas y sólo la silueta de su cuerpo era visible. La conexión que estaba haciendo para sus reuniones era débil, y así se mantenía por peligro de que alguna sacerdotisa o sacerdote dentro de la casa de los cazadores se diera cuenta y todo fuese descubierto.

-Cuando tienes una inversión haces todos los sacrificios posibles. Dame noticias-

-Acaban de entrar a la reunión, deben estar proponiéndoles la misión mientras hablamos-

-¿Y de verdad piensas que aceptaran?- Su cómplice lanzó una carcajada.

-Dejando a un lado que son Ross, son cazadores. Hombres. Se dejan llevar por un instinto de querer ser más que otros, de probarse más capaces que los demás. Son brutos sin visión más de lo que se les pone delante. Aceptaran sin vacilar-

-Eso espero- dijo Remigras en tono serio. Su cómplice había probado ser de mucho uso pero esa era la misión primordial, por ese momento era que había trabajado tanto, no podía confiar nada. Remigras sí apreciaba la ironía de que ese momento estuviese pasando sin él haber levantado un dedo.

-Deja el tono amenazante. Los llevaré a la casa, tú encárgate de hacer tu parte y darme lo que me corresponde por esto.

Y si por un momento piensas traicionarme, Remigras, recuerda que es sabido que más peligroso que tratar de jugársela a un demonio, es tratar de hacerlo con alguien del clan Ross- Remigras gruñó.

-Ten cuidado con tu manera de dirigirte a mí. Bien puedo aparecer en casa de los Ross y hablarles de ti. No creo que eso ayude a tu búsqueda de poder-

Ambas figuras quedaron de frente, sin decir una palabra. El silencio sólo se rompió por el sonido de las nubes rojas desapareciendo junto al cómplice de Remigras. El demonio, sonrió e hizo lo mismo.



Jared y Jarek salieron del estudio de su abuelo sin decir una palabra o mirarse. No necesitaban de eso, sabían cómo se sentían, lo que toda la información confiada por su abuelo les hizo. Jared salió de la casa ignorando en el camino a su hermana mayor que despotricaba acerca de cómo era posible que ellos hubiesen recibido el llamado y ella no. Jarek se internó en los pasillos, recorrió cada esquina hasta que la encontró. Recostada de la baranda al inicio de las escaleras con la mirada perdida, se acercó a ella y la abrazó por detrás. Jarek cerró los ojos por unos segundos y al abrirlos tenía la mejor cara que podía poner. Karena era su fuerza, y en ese momento la necesitaba, pero no podía estar tan afectado a su alrededor, eso sólo la haría preocuparse. Le dio un beso en la coronilla y apoyo su cara en su cabeza.

-¿Cómo fue todo?-

-Muy bien. Salimos mañana en la noche- Karena se deshizo del abrazo y dio la vuelta para estar frente a Jarek, arrugó el ceño y tomó la cara de su novio en sus manos.

-¿Estás bien? Si no me equivoco, deberías estar más emocionado- Jarek sonrió pero por dentro maldecía. Karena era muy detallista y perspicaz.

-Por supuesto que sí. Es sólo que…tengo que prepararme y eso, lo que me deja poco tiempo contigo-Jarek dejó su mano en la parte baja del estomago de Karena –Quisiera aprovecharlo-

La puerta se cerró a empujones, la ropa cayó en trozos y la cama recibió a los dos cuerpos que trataban en fusionarse con besos y caricias. Jarek fue empujado hacia abajo, Karena se subió a él y se soltó el cabello. Jarek amaba eso, con el cabello suelto ella se veía millones de veces más hermosa. Levantó la mano para acariciárselo pero Karena lo tomó y lo dejó de nuevo abajo. Que ella tomara el control de esa manera era otra cosa que Jarek amaba. Karen atacó todo el cuerpo de Jarek y los gemidos le decían que hacía un buen trabajo, luego de un gruñido Jarek dejó la sumisión y tomó el control. Intercambiaron lugares y Jarek le devolvió el favor antes de realmente fusionarse, los gritos de ambos llenaban cada esquina del cuarto pero ninguno de ellos se filtraba al exterior debido a las modificaciones que Jarek le había hecho a las paredes.

Para cuando el último grito había sido expulsado, ambos estaban al límite de sus fuerzas. Jarek se apoyó sobre un brazo y con la mano del otro le quitó el cabello de la cara a Karena.

-Eres hermosa-

-Lo sé- Ambos soltaron una carcajada.

-¿Modesta?-

-Totalmente- Jarek se acostó y le besó el cuello

-Sabes que te amo ¿verdad?- Jarek no llegó a escuchar la respuesta. El cansancio el ganó y se quedó dormido. Karena lo sostuvo hasta que ella también cayó dormida.



Alexander estaba de pie leyendo un libro, una costumbre que había cultivado desde niño. Leer de otra manera le resultaba imposible. Llamaron tres veces a su puerta. Raro, no esperaba a nadie y no tenía suficientes conocidos como para…dejó el libro a un lado y se quitó los lentes. Fue a la cocina y tomó el cuchillo más largo que pudo encontrar. Su teléfono estaba cerca de la puerta así que iba a llamar a Jared mientras miraba quien era por el ojo de pez de la puerta. Aún había miembros de la manada de hombres lobo que trató de matarlo rondando por ahí.

Cuando vio que era Jared parado del otro lado su corazón brincó, dos veces. La primera por la tranquilidad de que no era otra persona o bestia, y la segunda porque sólo había una razón por la cual él llamaba y no entraba directamente. Alexander dejó el cuchillo y el teléfono a un lado y asentó ambas palmas en la puerta junto a su mejilla.

-¿Cuándo te tienes que ir?- Escuchar a Alex decir eso lo devastaba cada vez. No era justo lo que estaba haciendo, pero lo necesitaba. Jared apoyó la frente en la puerta.

-Mañana- Alexander cerró los ojos y paseó sus uñas por la puerta. Se moría por abrirla y abrazarlo pero Jared había establecido esa costumbre. Antes de irse a una misión no quería verlo para despedirse sino al regresar para saludarlo, en una ocasión Jared rompió su silencio al respecto y le dijo que la verdad era que no estaba seguro de tener las fuerzas para separarse de él, mucho menos de imponer su deber sobre sus sentimientos. Alexander sabía lo que eso significaba, él tenía el poder de hacer que Jared dejará su vida con tan sólo una petición, y ese era un poder que él no quería. Así como lo había salvado a él, había muchas vidas que Jared podría salvar. Sería eogista de su parte desviarlo de su camino. Del otro lado de la puerta, Jared se sentó el suelo y se recostó de la madera. Alexander hizo lo mismo.

-¿Estás preparado?-

-Sí, totalmente-

-Haré esta pregunta de nuevo, Jared: ¿Puedo abrir la puerta? Hemos hecho esto más de una docena de veces y no me acostumbro-

-No. Por favor, no. No puedo…- Alex y Jarek tragaron grueso. Ambos sabían lo que estaban haciendo pero ninguno se atrevía a darle nombre. Su despedida número 20. Demasiadas.

-Está bien- Ambos se quedaron en silencio con la cabeza y una mano apoyadas en la madera. Pasaron varios minutos antes de que Jared rompiera el silencio.

-Alex, sabes que te amo ¿verdad?- Los ojos de Alexander se llenaron inmediatamente de lagrimas.

-Sí, lo sé. Siempre lo he sabido- respondió al instante.

-No, no, no, no. No me refiero a que lo estés escuchando o me tengas en tu mente besándote o acariciándote. Me refiero a que ¿lo sientes? ¿En tu estomago lo sientes? ¿En tu corazón? ¿Sabes que literalmente eres mi primer pensamiento al despertar, el último al acostarme y todo lo que llena mi mente mientras me juego la vida? ¿Sabes que has traído a mi vida nada más que felicidad, que gracias a ti no sólo soy feliz sino que veo todo de mejor manera? ¿Sabes que me siento totalmente miserable por hacerte pasar por todo esto y no darte la cortesía de siquiera llevarte a conocer a mi familia porque, a diferencia de ti, aún no encuentro la fuerza para decirle a alguien que eres mi mundo? ¿Sientes que si en algún momento ha pasado por tu cabeza que esto no es en serio, eso me mataría porque nunca quiero darte momentos así sino extrema alegría, porque tu felicidad es la mía? ¿Sabes que si pudiese hacer algo más allá de lo humano sería poder parar el tiempo porque estar desnudo contigo, mi cabeza en tu pecho y tus latidos hablándome en el oído es mi definición de vivir y cada minuto que no vivo es uno que siento que estoy siento comido vivo por dentro? Porque necesito saberlo, Alex. Necesito que esta vez me respondas de verdad ¿Lo sabes? ¿Lo sientes con cada fibra de tu ser? ¿En tu estomago? ¿En tu corazón? ¿Sabes que te amo?- La razón por la cual Alexander lloraba era porque Jared normalmente no hacía ese tipo de declaraciones.

-Sí, lo sé. Con todo mi ser, lo sé. Y con ese mismo ser te amo- Pasó otro minuto en silencio. –Hay algo que no me estás contando ¿verdad?- No hubo respuesta. Con un enorme peso en el corazón, Alexander se levantó y abrió la puerta. No había nadie. Eso le dio una posible respuesta a su pregunta de por qué esa despedida no había sido como las otras.

Quizás era porque sería la última.