Desde una ventana de las casas abandonadas Remigras observaba todo el espectáculo. La camioneta donde viajaban los cazadores y su objetivo estaba dejando de dar vueltas, nadie moriría allí, de eso se aseguraría él. La muerte de los demás estaba a cargo de sus demonios y su objetivo debía llegar con vida a sus manos. Loredas estaba de pie en medio de la carretera donde el auto ahora reposaba destrozado, los poderes que le había dado estaban dando resultados. Loredas no era más que un alma torturada recién convertida en demonio cuando lo encontró para que jugara un papel en su plan, ahora era capaz de destrozar bienes humanos con solo mover su mano.

El primer cazador salió de debajo de la camioneta. Remigras sonrió. El espectáculo estaba por comenzar. No era ninguno de los Ross, así que su interés por él era mínimo, pero era el primero en salir y quería ver qué hacía. El cazador atacó de frente a Loredas y en menos de un minuto estaba en el suelo. El poder de premonición había probado ser más útil de lo que hubiese pensado, era lo que estaba haciendo que su experimento más prometedor estuviese cerca de conseguir un sujeto de pruebas. Claro, que no todo era perfecto, y allí era que quería observar a los cazadores en acción. Loredas tenía un impresionante poder, sí, pero que tenía una desventaja que, en manos correctas, sería el cuchillo al cuello del demonio. Él no advirtió a Loredas al respecto ¿Cuál sería la diversión entonces?

Jared se retorció en su asiento. Armán había salido a hacerles algo de tiempo pero no lo estaban aprovechando. Tomás estaba en la misma situación que él en el asiento delantero y ni la sacerdotisa ni Jarek estaban conscientes. Eso en parte aumentaba la desesperación de Jared. Tomó uno de sus cuchillos y cortó su cinturón, el de la sacerdotisa y el de Tomás. Ambos salieron a ayudar a Armán, Jared se acercó a su hermano inconsciente y con cuidado cortó su cinturón, poco a poco lo tomó en brazos.

-¡Jarek! No es momento para estar dormido ¡despierta!- Avanzar por el ya estrecho espacio se hacía imposible llevándolo. Y por como sonaba la batalla afuera no quería estar dentro por mucho más tiempo. Tomás y Armán gritaban con tanta intensidad que no sabía si los estaban matando o ellos estaban masacrando el cuerpo del demonio. Un horrible sonido metálico opacó a todos los demás, Jared se aferró al cuerpo de su hermano y cerró los ojos cuando todo a su alrededor comenzó a estremecerse. Al Jared abrir los ojos la mitad de la camioneta ya no existía y la mitad en que ellos estaban había sido lanzada a cien metros, y el panorama afuera no era nada agradable. Los gritos de los cazadores no eran por ira o pasión, sino por frustración. Por cada movimiento que ellos hacían, el demonio hacía dos, uno para bloquear y otro para golpear. Era como ver a un adulto jugar con niños.

-Jared- Hasta ese momento, Jared no sabía que estaba aguantando el aire. Lo dejó salir todo y golpeó a su hermano en el hombro.

-¡¿Por qué fue eso?!- Jared señaló a la pelea.

-Por hacerme perder eso al tener que cuidarte- Jarek sonrió y sacó uno de sus revólveres.

-Permíteme compensar- Apuntó y disparó. El demonio cayó al asfalto gritando de dolor. Los cazadores y la sacerdotisa voltearon. Los gemelos salieron de los restos de la camioneta se pusieron de pie. La cara de asombro de todos hacía a Jared reir. Su hermano tenía la mejor puntería y alcance registrados en toda la historia del clan. Pasaba dos horas diarias practicando y manteniendo su destreza con las armas.

-Jared, te toca- Jared echó a correr hacia donde había caído el demonio. Su hermano era bueno con las armas de fuego, él prefería algo más directo. De los costados sacó un par de cuchillos, pasó a los cazadores y sacerdotisa, brincó hacia el demonio…y hasta ahí llegó. El golpe en el estomago dolió más que todas las vueltas dentro de la camioneta, sentía la presión de la sangre en su cara y alrededor de sus ojos. El demonio estaba de pie, sonriendo, viéndolo con esos ojos llenos de negro que borraba iris, pupila y esclerótica. La fuerza del golpe lo envió más allá de donde estaban los cazadores. Antes de caer, Jared le lanzó uno de los cuchillos pero el demonio lo atrapó.


Remigras soltó una carcajada. Eso estaba resultando muy divertido. Aplaudió a Loredas por hacer creer que la bala le había dado. Estaba satisfecho, los Ross dieron una pequeña probada de sus extraordinarias capacidades y él no podía esperar a tener lo que quería.

-Un poco más, pequeños. Un poco más y quizás tengan una oportunidad para vencer

Los cuatro cazadores atacaron juntos mientras la sacerdotisa se quedaba atrás. Estaba reuniendo energía, Remigras podría sentirlo, y desde donde estaba podía matarla, no tomaría mucho trabajo, pero eso eventualmente sucedería así que no había razón para adelantarse. Remigras se comunicó con Loredas.

-La sacerdotisa intentará algo, Loredas. Reagrúpate antes de que tu tiempo se acabe- El demonio derribó a todos los cazadores, hizo un asentamiento con la cabeza casi imperceptible y echó a correr hacia la casa.


-¡Párenlo!- gritó la sacerdotisa, pero era muy tarde, el demonio ya estaba demasiado lejos. Los cazadores se agruparon alrededor de ella. A cada uno le dedicó una mirada asesina.

-Necesitaré algo de tiempo para recuperar esta cantidad de energía.

-¿Qué energí…- Antes de que Jarek pudiese terminar sintió una corriente por todo el cuerpo, calmando sus heridas, encargándose del terrible dolor en sus costillas que el accidente le había dejado.

-Esa energía- dijo Jared. Jarek miró al grupo.

-¿Todos sintieron eso?- Todos asintieron –Eso es curación…tú nos curaste ¿Cómo es eso posible? Creí que sólo un gran sacerdote podía manejar esa clase de poder- La sacerdotisa esbozó una media sonrisa pero no respondió.

-Janina- le dijo Tomás. La sacerdotisa hizo una mueca y respondió –No es curación como tal. Sigues teniendo tus heridas, toma lo que hice como un poderoso calmante. Esa energía era para dejar inmóvil a ese demonio, aunque seguro hubiese visto eso también. Ese maldito poder de premonición hará todo esto más complicado, aunque no sé por qué se escondió en esa casa en lugar de desaparecer de aquí- Janina apuntó a una de las casas abandonadas de la zona. Era enorme, probablemente tres pisos, y el tiempo no había sido generoso con ella. Ya no quedaba pintura en las paredes y las puertas y ventanas apenas se sostenían en su sitio. Era el tipo de lugar que te hacía pensar que todas las cosas horribles de las películas de terror sí ocurrían. En lugares como ese. A Jared y Jarek la visión de la casa los incomodaba, invocaba la voz de su abuelo pidiendo cautela y contando la historia de Jeremías.

-Sabemos dónde está. Vamos por él- Jarek fue caminando a la casa.

-¡Espera!- le gritó Armán. No puedes ir allí sin un plan. Esto no es una de tus misiones básicas de…- Jared se plantó frente a Armán y acortó la distancia entre sus rostros hasta que Armán retrocedió.

-¿No es eso por lo que estamos mi hermano y yo aquí? Los planes no funcionan con este tipo ¿no es así? El único plan es que lo vamos a mandar de vuelta al inferno. Deja la actitud y haz tu parte. Mi hermano ya ha salido herido y no dejaré que algo peor pase porque tu tiene un palo atascado en el culo. Vamos- Lo último lo dijo para todos. Dio media vuelta y se unió a Jarek camino a la casa.

-Eso estuvo increíble, hermano- le dijo Jarek en voz baja.

-Cállate, Jarek. Odio al abuelo y sus historias. Tengo miedo de entrar en esa maldita casa- Jarek descansó su mano en el hombro de Jared.

-Sabes que te cuidaré, deja el miedo. Concéntrate en odiar al abuelo- Ambos sonrieron.


Remigras apenas podía creer lo fácil que todo estaba resultando. Desde la ventana veía emocionado como sus presas entraban por su propia voluntad a su muerte. Y su objetivo especifico a su nueva vida.

-Jared- susurró.


A pesar de todas las cosas que pesaban dentro de ellos, Jared y Jarek mantenían la mente totalmente despejada mientras se preparaban. Nunca dejaban que algo los distrajera en una cacería, esa podía ser la diferencia entre la vida y la muerte, y ambos tenían razones para regresar vivos. Escucharon la puerta abrirse pero no le prestaron atención, conocían las pisadas de quien acababa de entrar.

-Tanto filo como pueden cargar encima, automáticas, seguramente cargadas con balas de madera, y están haciendo eso de cargar diferentes armas para hacer esas piruetas que tanto les gusta. Diré que están yendo contra un demonio, que no saben muy bien cómo atacar y que probablemente trataran de lucirse… en la misión menos indicada para ello

-Piérdete Desirée- respondieron ambos al unisonó. Su hermana mayor era un dolor de cabeza, y con el tema de que ellos habían recibido el llamado y ella no, se había puesto peor. Desirée era una hermosa, talentosa y mortal cazadora con poderes de sacerdotisa. No era la única de su tipo, pero esa combinación era muy rara. Un cazador común no era capaz de soportar el sacerdocio, pero no había nada común en Desirée. Pertenecía al quinto nivel y todos los niveles inferiores la admiraban, entre ellos susurraban que la herencia de Roden Ross y su sangre no podía ser más pura de lo que corría por las venas de Desirée. Debido a eso su hermana se tomó a pecho ser la cazadora modelo y siempre guiarse por las normas del clan, y esa era la razón por la que su relación era tan tormentosa. Los gemelos se llevaban tan bien con su hermana como lo hacían con las reglas.

-¿Están totalmente seguros que pueden hacerlo? Porque deberían decirlo, fracasar en algo como esta sólo traería una mancha a nuestro apellido

-Creíamos que nuestra mera existencia era una mancha en nuestro apellido- dijo Jared

-No seas dramático, Jared. Sólo los estoy invitando a pensar en algo más que ustedes mismos- Jarek enfundó la última de sus armas y se unió a la conversación.

-A ver, si nosotros falláramos eso hablaría mal de nuestro entrenamiento como cazadores, y fuiste tú quien personalmente nos entrenó. Entonces ¿Quién estaría poniendo manchas en el apellido? ¿Nosotros o tú?- Una vena se hizo visible en la frente de Desirée, una sonrisa en los labios de los gemelos –Deberíamos avisarle a Pandora, Jared. Nuestra hermana menor merece la oportunidad de decidir si el entrenamiento al que está sometida es el que la llevara a alzar el nombre Ross hasta la estratosfera para llenarlo de tanta gloria que no sabrá qué hacer con ella- Desirée les dio una mirada fría a ambos. Se destacaba por ser una buena estratega y sabía que no podía salir vencedora contra los gemelos, no contra ambos al mismo tiempo al menos. Salió del cuarto azotando la puerta tras ella. Los gemelos disfrutarían eso tanto como pudieran. Desirée seguro se los haría pagar, pero valdría la pena.

A la salida de Desirée alguien más entró al cuarto. Jared se volteó a decir algo pero se quedó en silencio e hizo una reverencia.

-Alto sacerdote Maximilian- Saludó Jared

-Hola Max- saludó Jarek. Su hermano se volteó y le dio una mirada de reproche.

-Se te van a salir los ojos, cálmate- Maximilian soltó una carcajada y cerró la puerta tras él.

-Está bien, Jared. Me he acostumbrado a las peculiaridades de tu hermano menor

-Por dos minutos- aclaró Jarek.

-Y aún así sigues siendo menor que yo- Jarek bufó. Maximilian rió de nuevo pero esta vez se aclaró la garganta.

-No es mi intención interrumpirlos, sé que están preparándose para su…misión. Sólo quería dejarle algo a Jarek

-Sí, claro, pero la despedida no es sino hasta dentro de un par de horas- Jarek soltó una carcajada.

-Sinceramente, Jared, no sé cómo no terminaste con todos esos retardados de los sacerdotes. Max está hablando de algo que no puede darme frente a todo el mundo- Jarek se acercó a Maximilian, inclinó su cabeza y estiró sus manos con las palmas abiertas. – ¿Ves por qué me avergüenzas cada vez que aclaras que soy menor que él?- Maximilian rió y cubrió las palmas de Jarek con las suyas.

-Y aún así es la total verdad, amigo mío- Jared atestiguó todo sin la mínima idea de lo que estaba pasando. Su hermano separó sus manos de las del alto sacerdote de una manera brusca y vociferando obscenidades. A Jared le sorprendía la ligereza con que su hermano y Maximilian se tomaban las cosas estando juntos, era una muy rara amistad comenzando por la edad entre ambos y terminando con sus rangos dentro del clan. Cómo dos personas tan distintas eran tan amigos era una de las cosas que Jared atribuía a los misterios de la vida.

Jarek se miró las manos y luego, con incredulidad, a su amigo.

-Max…esto es…

-Para uso de total emergencia. Ahora me retiro. Jarek. Jared- Maximilian juntó sus manos e inclinó su cabeza. Jarek y Jared lo imitaron en respuesta. En lo que el sacerdote salió, Jared se acercó a su hermano que seguía viéndose las manos. Al percatarse que se acercaba volteó sus palmas.

-¿Qué es eso?

-Nada de lo que debas preocuparte, hermano. Terminemos aquí- No era la primera vez que Maximilian le daba ese tipo de regalos, sin embargo esta vez había sido algo muy distinto y eso lo confundía ¿Estaba Maximilian dándole algún tipo de mensaje? ¿O sólo estaba asegurándose que tuviese lo mejor para su misión? Jarek estaba indeciso si averiguarlo o no.


Todos los miembros del clan Ross que no estaban de servicio, y algunos que se lo saltaron, estaban allí para despedir a los que se iban con la hermandad. Era un evento que podía ir de dos maneras. Regresarían como parte de ese exclusivo grupo de cazadores o no regresarían en lo absoluto y sería la última vez que los verían con vida. Los gemelos hubiesen salido por la puerta trasera de no ser por su familia que también estaba entre los que los iban a despedir. Su madre los abrazó con fuerza, su padre les recordó lo orgulloso que estaba de ambos, Desirée fue tan política como lo esperaban y Pandora se lanzó a abrazarlos aún más fuerte que su madre con lágrimas en los ojos. Karena tuvo menos autocontrol y se aferró al cuello de Jarek para un beso muy largo e incomodo, para Jared un abrazo breve.
Lo mejor para los gemelos vino de parte de su abuelo, sentado en su silla de rueda se acercó a ellos con un paquete negro en las piernas. Jared se inclinó a recibirlo pero su abuelo lo golpeó en la mano, Jarek fue el único que no contuvo su carcajada. Su abuelo se levantó y deshizo el paquete que resultó ser dos sobretodos de cuero perfectamente doblados. Cuando Roden se levantó de su silla y deshizo el primero, casi todos los presentes aguantaron la respiración por la sorpresa, los gemelos también. Lo que su abuelo les estaba dando era un regalo simbólico que significaba mucho no sólo para su familia sino para casi todos los cazadores que existían. Dos sobretodos negros con una serpiente en uno y un tigre en el otro, bordados en la parte trasera. Eran propiedad de Roden y su compañero cazador, Marcos. No había foto o historia dentro de esas paredes que no incluyera esos sobretodos.

-Mi amigo y yo fuimos encomendados con una pesada carga, proteger a las personas de todo lo aquellos que acecha y trate de dañarlos. En lugar de tomar esa carga y dejar que nos consumiera, él y yo tuvimos un sueño: Crear una familia para que nos ayudase con tan pesada carga. Les estoy entregando a mis nietos las prendas que él y yo usamos durante la creación de nuestro sueño. Jared, Jarek, que les sirva de recordatorio: No importa qué pase, no importa lo pesado de la carga o lo incierto que sea todo, su familia siempre estará con ustedes, para ustedes- Ambos gemelos sonrieron y bajaron la cabeza en señal de agradecimiento a su abuelo. Una muestra de afecto más allá de eso y se adentraban en territorio desconocido.


Mientras dejaban la ciudad atrás, los gemelos pensaban en distintas cosas. Jarek en el presente de Maximilian y Jared en Alexander, lo injusto que era para ambos que él no hubiese estado despidiéndolo, compartiendo la preocupación con su familia de si iba a regresar o no. Las palabras de su abuelo lo hacían sonreír. Eran bonitas y tenían buena intención pero la verdad era otra. Decirle a su familia que estaba trabajando de mercenario para demonios no era tan malo en comparación a decirles que era gay.


El grito lo sacó de su línea de pensamiento y lo siguiente que supo es que el auto estaba dando vueltas y que su hermano gritaba de dolor.