Desde una ventana de las casas abandonadas Remigras observaba todo el espectáculo. La camioneta donde viajaban los cazadores y su objetivo estaba dejando de dar vueltas, nadie moriría allí, de eso se aseguraría él. La muerte de los demás estaba a cargo de sus demonios y su objetivo debía llegar con vida a sus manos. Loredas estaba de pie en medio de la carretera donde el auto ahora reposaba destrozado, los poderes que le había dado estaban dando resultados. Loredas no era más que un alma torturada...

A pesar de todas las cosas que pesaban dentro de ellos, Jared y Jarek mantenían la mente totalmente despejada mientras se preparaban. Nunca dejaban que algo los distrajera en una cacería, esa podía ser la diferencia entre la vida y la muerte, y ambos tenían razones para regresar vivos. Escucharon la puerta abrirse pero no le prestaron atención, conocían las pisadas de quien acababa de entrar.
-Tanto filo como pueden cargar encima, automáticas, seguramente cargadas con balas de madera, y están...