Demonios Internos X
El Grito



El grito. Resonaba una y otra vez, descansaba sólo para volver con más fuerza. Jarek… estaba ganándole tiempo, sacrificándose por él. El grito, era de dolor, desesperación… pero sonaba demasiado cerca. Jarek estaba fuera de la habitación, en el piso inferior ¿Cómo era posible escucharlo con tanta claridad? A menos que no fuera Jarek… sino él quien gritaba.


Remigras se levantó del suelo con una sonrisa en el rostro.
-Mis disculpas, cazador. No pude hacer una buena actuación ni cuando era humano. Debías tomar eso por voluntad propia y no se me ocurrió otra manera. Claro, ayuda tener a la desesperación como audiencia- Remigras hablaba para él solo.
Jared estaba frente a él gritando tan fuerte que opacaba otros sonidos. Hasta el de los gritos de su hermano en el piso inferior. Remigras podía escucharlo dando pelea allá abajo pero nada iba a cambiar lo que pasaría.

Cuando iba a ordenar a sus creaciones que lo mataran se le ocurrió una idea mejor. Poética. Del capullo humano en el que su nueva creación se estaba gestando saldría algo hambriento, y él tenía el bocado perfecto. Le avisarían cuando atraparan a Jarek, lo traerían y él lo ofrecería como una bienvenida a su creación.
Jared seguía gritando pero se mantenía de pie, cada vena de su cuerpo se comenzaba a hacer visible a través de su piel, y al mismo momento a tomar una tonalidad negruzca para luego volver a desaparecer. Remigras podía sentir la energía siendo liberada dentro del cuerpo humano, adaptándolo, convirtiéndolo. Haciendo de él un hogar. La emoción hacía erupción dentro de él. Ya quería tocarlo, analizarlo, medir el alcance de su poder. Lo que fuese a salir de allí sería hermoso. Hermoso y poderoso.

Los gritos cesaron, y con ellos todos los sonidos. Remigras estaba a la expectativa y Jared cayó de rodillas en el suelo con la mirada vacía, la cara enrojecida y húmeda por las lágrimas y los gritos. Remigras había dado dos pasos hacia él cuando de la nada tinieblas envolvieron a Jared, dejándolo dentro de un capullo de total oscuridad. El capullo no era sólido, más bien una cortina de humo muy espeso entre el demonio y el cazador. Remigras se veía tentado a pasarla y tomar su nueva creación pero sus fallidos experimentos le habían enseñado acerca de la paciencia.

La puerta de la habitación se abrió y las criaturas entraron llevando a Jared inconsciente. Por lo irreconocible de su cara, había puesto resistencia hasta agotar las pocas fuerzas que le quedaban. Ese espíritu de lucha hacía su victoria aún más dulce. Remigras se acercó al bulto sangriento que el cazador ahora era, dudaba que le quedara mucha sangre dentro de su cuerpo. Puso la mano en su hombro y hundió su pulgar en la herida de bala. Jarek despertó gritando.
-¡Bien! Estás despier…- Remigras fue lanzado al otro lado de la habitación.

Lo primero que Jarek vio fue a Remigras siendo lanzado por los aires. Detrás de él estaba Jared con la cabeza baja y una especie de neblina negra a sus espaldas que parecía querer envolverlo. Jarek se retorció tratando de soltarse del agarre de sus captores pero estaba demasiado débil. Trató nuevamente cuando escuchó el gruñido de las criaturas pero volvió a fallar, su hermano seguía parado inmóvil frente a él. Jarek quería gritarle que corriera pero por más que intentaba no encontraba la fuerza para abrir la boca o emitir un sonido. Las primera dos fueron por él, lo que pasó le dio las fuerzas para ahogar un grito. En un parpadeo Jared pasó a estar detrás de las criaturas y, como si estuviesen hechas de agua, las atravesó con sus manos. Eso fue suficiente para que todas las demás fuesen por él, incluso las que sujetaban a Jarek. Cuando cayó al suelo sintió dolor en todo el cuerpo, y agradeció por eso. El dolor significaba que aún estaba vivo, y si estaba vivo podía sacar fuerzas para matar a lo que sea se estuviese pasando por su hermano, encontrar al verdadero y salir de allí. Pero primero necesitaba levantarse.

Cuando Remigras trató de levantarse se dio cuenta que su brazo derecho estaba destruido. La mano se había ido hacia atrás y los huesos estaban afuera, formando junto a la piel una extraña “v”. Remigras sonrió. Ese nivel de fuerza eran buenas noticias. Con sus dientes se rompió la otra muñeca y bañó de sangre su brazo destruido mientras hablaba en lengua demoniaca. La sangre comenzó arder y donde las llamas tocaban las heridas éstas eran sanadas. Mientras esperaba podía escuchar a Jared luchando, mejor dicho, descuartizando a sus otras invenciones. Y aún no alcanzaba sus poderes. Todo estaba yendo bien, y hubiese soltado una carcajada si tuviese a Jared en sus dominios y no en una pocilga del mundo humano. Cuando las llamas se extinguieron, su brazo estaba como nuevo, con él quitó todos los escombros de su camino y los lanzaba hacia atrás. Llegó donde estaba Jared despedazando y gruñendo de ira. Con sus poderes lo ató al suelo, que no hizo nada para bajar la ira.
-Calma Jared. Ya tendrás mucho tiempo y muñecos para jugar y drenar tu energía, que por lo visto tienes más de la que pensaba- Jared estaba cubierto de sangre y viseras e inmóvil en el suelo seguía tratando de atacar. Las criaturas que quedaban se reunían detrás de Remigras. Eso le causó risa. Jared le había infundido miedo a seres cuyos sentimientos habían sido removidos.

El hombro comenzó a escocerle a Remigras. Un pedazo de hueso estaba enterrado en su piel.
-¡Jarek!- saludó -Qué bueno que estás con vida. Hay alguien aquí que quiere saludarte- Remigras levantó a Jared del suelo pero no lo dejó ir. Jarek se mantenía de pie usando la poca fuerza que había logrado acumular, Jared era la marioneta de Remigras. Cuando Jarek vio a los ojos de su hermano lo supo, era él. No importaba que estuviesen cubiertos de negro, ese era su hermano. Ese maldito le había hecho algo, pero seguía siendo su hermano. Apretó su mano izquierda, empapándola de su sangre. Sólo le quedaba una jugada.

Remigras hizo una seña con su mano libre y lo que quedaba de sus criaturas fueron tras Jarek. A medida que avanzaban, la presión en el brazo que estaba controlando a Jared aumentaba. Remigras miró extrañado a ambos hermanos ¿Podía ser? El creciente esfuerzo para inmovilizar a Jared le decía que sí. Pero era imposible, ya Jared no debía saber quién era su hermano. Para cuando Remigras iba a desaparecer para llevarse a Jared, era demasiado tarde. Sus criaturas estaban sobre Jarek y Jared estaba iracundo. La neblina negra salió de su cuerpo y lo envolvió. Remigras sintió el momento exacto en que su agarre fue anulado, Jared salió en una furiosa estampida con la neblina negra tras el como una especie de capa, de protección.

Las criaturas no lo vieron venir y para Jarek era difícil hacerlo. Su hermano estaba convertido en una iracunda bestia de ojos negros que rasgaba carne como si fuese nada. Jarek estaba listo para hacer su jugada cuando algo extraño pasó con Jared. Se quedó inmóvil y comenzó a toser. Las pocas criaturas restantes comenzaron a atacar a Jared. Uno de ellos tomó un pedazo de madera de los escombros de la masacre y lo clavo justo en el pecho.
-¡NO!- Jarek y Remigras gritaron al unísono y se vieron a los ojos desde distintos extremos. Jarek supo lo que significaría que el demonio pusiese las manos encima de su hermano. Aprovechó el momento en que Remigras acababa con sus criaturas restantes en un ataque de ira para tomar ventaja. Una parte de la pared de la casa voló en pedazos, el lugar donde Remigras había dirigido su ataque a Jarek, que cayó de rodillas y se deslizó hacia su hermano. Jarek le mostró el dedo medio y luego la palma de la mano, en ella el hechizo que le quedaba con una perforación hecha con el hueso con el que Jarek le había atacado. Remigras abrió los ojos sorprendido y corrió hacia ellos pero no fue lo suficientemente rápido. Jarek apoyó su mano en el pecho de su hermano y una intensa luz blanca llenó todo el cuarto.

Cuando la luz se extinguió Remigras estaba solo en lo que quedaba de la habitación, con parte de su cuerpo quemado por el hechizo. Su gritó llegó a cada esquina de la casa.


Maximilian estaba escribiendo en su estudio cuando sintió el hechizo de transporte ser activado. Sus ojos se nublaron mientras veía donde aparecían Jared y Jarek. Había establecido el hechizo para que no los llevara a la casa pero sin especificar a donde. Cuando supo dónde estaban se transportó hasta allí sin dejar rastros de energía que pudiesen ser leídos por otros sacerdotes.

Apareció en un pequeño parque a unas cuadras de la casa, la energía moribunda del hechizo le decía a donde ir. El sol estaba por salir, debía llevarlos a la casa sin levantar sospechas. Cuando llegó a donde lo guiaba la energía sólo encontró a Jarek, inconsciente. Tenía la ropa rasgada y estaba cubierto de sangre y heridas. No quedaba mucha fuerza vital en él. Maximilian se agachó para tomarlo y entonces escuchó un gruñido tras él. Se volteó listo a atacar pero la sorpresa lo dejó inmóvil.

Jared estaba frente a él, con ojos cubiertos de negro, un pedazo de madera ensangrentado en la mano y un hoyo en su pecho. Sin que Maximilian hiciera algo, cayó a los pies del sacerdote.

-Demonio- susurró. Y los tres desaparecieron.